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El inmenso poder del Silencio, de su Pausa

Hace unas semanas participé en un extraordinario taller que hablaba del poderoso silencio en nuestra vida. Uno de los objetivos principales era palpar ese magnífico poder del silencio en el día a día.  Al nosotros despertar la vivencia de la pausa, del respiro, de la meditación, de la bendición silenciosa en la adoración o contemplación espiritual, recibimos una sanación interna, una vital nutrición.

 

El primer día reflexionamos y nos centramos en el presente por medio de tres sabias preguntas:

1 ¿Qué llena mi vida en este momento?   2 ¿Qué me impide dejar algo a un lado?                3 ¿Cómo puedo vaciar mis inquietudes?

Las respuestas llegaron de manera quieta, callada, humilde, serena, en paz.  Así se fueron edificando los poderosos cimientos del silencio interno. Una pausa diaria, al despertar, a medio día, a media tarde o antes de dormir nos conducen a la disciplina del hoy y el aquí. El desasosiego desaparece cuando puedo dejar todo a un lado y vacío toda incertidumbre. Siempre puedo crear espacio para ese reposo con mi propia aprobación, sin pedir permiso a nadie más.

 

Thomas Merton decía: “La soledad, el silencio y la quietud nos ayudan a recuperar los poderes espirituales que podrían haber sido gravemente dañados por el ruido y la prisa de una existencia presionada.”   Muchas veces la vida se nos pasa sin disfrutar el momento presente, planeando lo que sigue, presionados por un futuro constante.  Un breve intervalo, un fructífero silencio, una nutrida quietud absorta son los ingredientes perfectos para dirigir espiritualmente nuestra vida.

 

Como paréntesis te cuento que cuando era adolescente tenía un amigo que era el cantante de un grupo musical local. Este grupo se llamaba ¨Silencio¨. Por más que mi amigo me explicaba el porqué del nombre, mi mente inmadura pensaba lo absurdo de éste cuándo de música se trataba. Él me explicaba que las pausas que hacían entre canción y canción eran valiosos silencios; o que si él dejaba unos segundos de cantar para que los demás integrantes tocaran sus instrumentos, él estaría en silencio.  Él fue mi chambelán durante la fiesta de graduación de la preparatoria y entre canciones antes de bailar, me insistía: “Ves, hay silencios, pausas para un breve cambio, un descanso necesario.” Hasta ahora me cayó el veinte, caí a la cuenta del importante poder de ese silencio del que me hablaba:  Una reflexión, un respiro, un tomar fuerzas, un suspiro, un vivir el presente, un enfoque en quién soy sin ser narcisista, una secuencia quieta, un tiempo de reconciliación, del tan necesario perdón, de descanso nutrido y preciosa alabanza.

 

El maestro del taller nos dio consejos para lograr nuestra sanación, para nutrir el alma, para vaciar ese peso de los hombros por medio de  pequeñas pausas. Ahora te quiero compartir algunos. Escoge los que te gustaría poner en práctica:

-Escoge un lugar donde estés tú sola, serena unos momentos en silencio sin interrupciones.

-Haz algo diario que sea para tu descanso personal, sin ningún objetivo práctico, un tiempo para ti.

-Ora, medita, adora, contempla de manera espiritual de manera regular.

-Está en contacto con tu salud física, escucha lo que tu cuerpo te dice, quédate quieta para escucharlo.

-Elimina rencores, obsesiones, agravios o quejas. Revisa lo que esté fuera de lugar en tu presente. Ora y medita para lograrlo házlo con una intención.

-Perdona, bendice y deja ir.   AGRADECE, agradece, agradece.

-Sé gentil con la familia, amigos, mascotas, hogar, pero en especial contigo misma.

-Vive con la idea del hoy, del aquí; si no con ellos, ¿con quiénes?, si no por mí, ¿por quién?

-Juega, ríe, baila, canta, haz ejercicio, duerme en paz, vive tu vida HOY, disfruta Hoy.

😀